Como te comentamos en el correo, la electricidad no es una opción de gasto que se pueda eliminar, simplemente porque necesitamos la electricidad para funciones básicas de una casa como también en un comercio.
Estos aumentos impactan directamente a los bolsillos de todos los hogares costarricenses, reduciendo nuestra capacidad de utilizar estos recursos en comida, educación e inclusive entretenimiento.

Los altos costos energéticos también reducen la competitividad de las empresas que operan en el país, ya que los aumentos incontrolables de las tarifas nos han llevado a ganarnos el premio al país con los costos eléctricos más altos de la región para todo tipo de consumo: residencial, comercial e industrial.

Lo peor de todo es que no vemos que estos costos vayan a bajar en el corto plazo.  

¿Por qué?

El ICE solicitó un aumento del 19% en las tarifas hacia el final del año pasado, mientras que CNFL solicitó un incremento del 40%. Esto es sumamente excesivo considerando que la inflación, el tipo de cambio y las tasas de interés se han mantenido relativamente estables.

Una de las causas de estos frecuentes incrementos es que las obras de infraestructura que construye el ICE para poder electrificar nuestro país terminan costando hasta 3 o inclusive 10 veces más de lo presupuestado.

Por ejemplo, la planta hidroeléctrica Reventazón costó $849 millones más de lo estimado y la planta hidroeléctrica Balsa Inferior $267 millones más de lo presupuestado inicialmente. De igual manera, el ICE registró pérdidas por ¢48.000 millones al tercer trimestre del 2017.

Todo esto es muy preocupante ya que a pesar de que el costo de la electricidad es un elemento clave para bienestar y la competitividad del país, todo apunta a que la situación se vuelve cada vez más grave.

La buena noticia es que hay una manera reducir los costos eléctricos y protegerse contra las alzas constantes en las tarifas eléctricas. ¿Le gustaría conocer más al respecto?

Saludos!